martes, 10 de junio de 2008

Los sindicatos internacionales piden medidas inmediatas frente al incremento del precio de los alimentos

09-06-2008 - En los últimos meses se han experimentado importantes alzas en los precios de ciertos alimentos (trigo, arroz, maíz y azúcar) así como se ha disparado el temor al desabastecimiento de algunos productos básicos. La crisis actual no puede explicarse por un solo factor sino por una amplio conjunto de causas, coyunturales y estructurales, desde la oferta y la demanda, que rebelan como la deficiente ordenación del vigente proceso de globalización provoca disfunciones del sistema y cuyas consecuencias afectan con especial gravedad a los más vulnerables. Entre los factores desencadenantes de la crisis se encontrarían: La crisis financiera –con origen en el mercado hipotecario estadounidense- y la debilidad del dólar está provocando que una parte significativa de las inversiones se dirijan a los mercados bursátiles y de futuros (el de Chicago, por ejemplo) hacia productos tangibles como metales, petróleo o alimentos, contribuyendo a su encarecimiento. Otro factor que anima a invertir en compra de cosechas se encuentra en la perspectiva de una continuada subida de precio de los cereales como consecuencia del previsto incremento de la demanda para la producción de biofueles. En suma, inversores que compran cosechas a futuros, entre los que se encuentran especuladores, están provocando el alza de alimentos básicos.

El crecimiento de la población mundial, superior al de la producción alimentaria, al que se sumaría el incremento del consumo de calorías per capita.

El crecimiento económico de ciertos países emergentes –especialmente India y China- se ha traducido en el incremento de la renta per capita y en una significativa reducción de la pobreza, de acuerdo con los Indicadores de Desarrollo Humano del PNUD. Las poblaciones de esos países han aumentado y diversificado su consumo de alimentos.

La crisis alimentaría también tiene una estrecha vinculación con la crisis energética desde una doble perspectiva: el incremento del precio de las fuentes de energía fósiles y la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático.

En primer lugar, la subida de los precios de los hidrocarburos repercute directamente en el precio de fertilizantes y del transporte, lo que se traslada al precio final de los productos alimenticios. Asimismo, hay que tener en cuenta que en los biocarburantes –bioetanol y biofueles- se han depositado grandes esperanzas para sustituir a los derivados de los hidrocarburos, caros, con incertidumbres sobre la seguridad de aprovisionamiento y contaminantes. Por esta razón se ha incrementado la demanda de maíz, soja y caña de azúcar, ocasionando el abandono de otros cultivos.

Existen grandes discrepancias en la cuantificación en el aumento de precios de estas circunstancias. Según diferentes fuentes, pueden oscilar entre un 5% y un 60%. La OCDE la cifra en un entorno del 20%-30%. En cualquier caso, debe señalarse que se estima que el aumento sería superior en los cereales que en la caña de azúcar. Y también, que alimentos que han experimentado importantes subidas –lácteos o arroz- no tienen relación alguna con la producción de biofueles.

Otro factor a destacar se encuentra en el modelo de desarrollo promovido por las Instituciones Financieras Internacionales (IFI). Las IFI, en gran medida, han promovido modelos de desarrollo orientados hacia la producción destinada a la exportación, con el objetivo, a su vez, de reducir la deuda externa. En un momento de crisis como el que atravesamos, la excesiva especialización -favoreciendo implícitamente monocultivos- ha demostrado contribuir a poner en riesgo la seguridad alimentaria. Las reservas de alimentos de los Estados han disminuido hasta alcanzar los niveles mínimos de estas últimas décadas. Muchos de ellos han abandonado la política de acopio de reservas. Finalmente, las sequías o inundaciones que han afectado a diferentes regiones del globo, si bien es cierto que en otras, las lluvias han posibilitado la recolección de cosechas excepcionales (Australia, Ucrania,…). Sharan Burrow, presidenta de la Confederación Sindical Internacional (CSI) ha llamado a adoptar medidas inmediatas frente al incremento de los precios de los alimentos, especialmente luchando contra la especulación de los mercados, destinando ayuda de emergencia a los más desposeídos y, a medio plazo, apoyar la producción alimentaria sostenible y la reconstitución de las reservas. John Evans, Secretario General de la Comisión Consultiva Sindical ante la OCDE (TUAC) ha instado al G8 a dar una respuesta internacional a las diferentes crisis apoyando un crecimiento mundial reequilibrado y regulando los mercados financieros.

La ONU ha acordado constituir un grupo de acción ad hoc al tiempo que ha pedido recursos por valor de 1.600 millones €. El Banco Mundial ha anunciado la concesión de préstamos a bajo interés y ayudas a diferentes países. El FMI ha propuesto otorgar ayudas a países con graves problemas en sus balanzas comerciales así como apoyar a los cultivos de alimentos básicos. La Unión Europea junto a varios Estados miembros han decidido otorgar ayuda de emergencia a los países más afectados.

Por su parte, Vietnam ha decidido plantar una tercera cosecha de arroz en el delta del Mekong. Ucrania ha levantado las restricciones a la exportación de sus cereales. Argentina ha decidido incrementar las tasas a la exportación de sus productos agrícolas, lo que ha provocado importantes disturbios. En India ha prohibido la contratación a futuro de sus productos alimenticios básicos.

CCOO

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