viernes, 7 de septiembre de 2007

Las ganas de crisis... de algunos

Si algunos políticos se empeñan en llevar a los españoles de la duda a la pesadumbre, los malos presagios se cumplirán.

En estos tiempos de sociedad del espectáculo, todo lo que no cause un enorme impacto inmediato en la opinión pública se desprecia. Ya saben, aquello de la economía de sube y baja de los antiguos best sellers de aeropuerto actualizada a la manera de un reality show.

Tal vez por ello, algunos han caído en la tentación de confundir las actuales tensiones financieras mundiales con el regalo inesperado de una supuesta crisis en España. En especial desde ámbitos cercanos al PP (ayer uno de sus dirigentes habló incluso de recesión). Triste futuro si las expectativas del primer partido de oposición se asientan sobre tan endebles bases.

Y no porque una futura crisis sea descartable. Sería insensato hacer tal afirmación, máxime después de catorce años de crecimiento ininterrumpido. Hace tiempo que hay consenso sobre la ineludibilidad de una desaceleración. La clave es cuándo.

¿Qué dicen los últimos indicadores solventes conocidos? En primer lugar, que la economía española crece a un ritmo del 4%, que la población ocupada ha alcanzado un récord y que el desempleo se sitúa en mínimos, las exportaciones suben y dan un respiro a la industria, igual que los ingresos turísticos, mientras la inversión en bienes de equipo mantiene su ascenso sostenido. En consonancia con todo ello, los españoles siguen consumiendo a buen ritmo.

¿Y cuál es el ambiente? Las empresas siguen ganando más y la opinión mayoritaria de banqueros y empresarios es que las cosas van razonablemente bien.

En este contexto, hablar de crisis, frenazo o recesión sólo puede ser síntoma de ignorancia o de lapsus psicológico por un deseo mal disimulado.

¿Hay problemas? Obviamente, sí. Yel principal ahora se llama tormenta financiera internacional. El propio BCE reconoce que no sabe qué está pasando. La incertidumbre - es decir, la ausencia de un conocimiento seguro y claro- domina. Pero de ahí a estar en crisis hay gran distancia. Y seguro es que si esa tormenta provoca una crisis internacional, España no saldrá bien parada. Pero eso son, hoy, simples hipótesis.

Sin duda, si algunos políticos y asociados se empeñan en transportar la psicología de los españoles desde la duda a la pesadumbre, es mucho más fácil que los malos presagios se cumplan. Pero eso ya no es economía.

Manel Pérez
La Vanguardia

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